viernes, 8 de agosto de 2014

Consejos para compartir las vacaciones en pareja sin problemas

El lapso vacacional tiene dos caras para la pareja: es una oportunidad de pasarlo bien tras un año con poco tiempo para compartir, o el reto de permanecer juntos las 24 horas haciendo aflorar conflictos latentes.

Claves para disfrutar sin discutir 
Llegan las vacaciones y muchas parejas se disponen a aprovechar la ocasión para compartir buenos momentos, como si fuera un oasis de disfrute al que llegaran después de cruzar ese territorio erizado de ajetreos, actividades y compromisos que suponen las rutinas laboral y doméstica. Pero más pronto que tarde, la nueva realidad de pasar todo el tiempo juntos, sin posibilidades de “escaparse” el uno del otro, como sucede el resto del año, hace que las ansiadas tres "D" vacacionales (descansar, divertirse y desconectar) se conviertan en las tres "D" del malestar: discusiones, decepción e incluso divorcio. Al compartir más tiempo, lejos de la rutina de horarios y compromisos laborales y escolares, es cuando se convive realmente y surgen los problemas porque cada uno se muestra tal cual es.

 Para que las vacaciones estén libres de altercados, no hay que esperar a estos días para hablar los temas espinosos de la relación. Cuanto antes se aborden mejor, así se evita una discusión de gran dimensión. La mejor manera de garantizar unas buenas vacaciones juntos consiste en hablar de los temas más conflictivos y cuidar las bases de la relación: el cariño, la conversación y el sexo. Es necesario consensuar dónde y cómo se quieren pasar las vacaciones, a ser posible combinando y respetando los gustos de cada uno. Además, hay que aprender a ser tolerantes y respetuosos, no agobiar a la pareja con nuestras cosas ni querer pasar las veinticuatro horas juntos, para compensar que durante el resto del año apenas se vean. 

Asimismo cada miembro de la unión debe disponer de su parte de tiempo libre para cultivar sus aficiones. Esta es la mejor manera de disfrutar de estos días y evitar enfrentamientos, ya que se eluden tensiones innecesarias. Debe darse una mezcla de descanso y actividades estimulantes y consensuadas. 

DISCUSIONES, CANSANCIO, TEDIO: MEZCLA LETAL. 
Para evitar que las disputas estallen o que sean muy tensas hay que comunicar lo que no gusta o molesta antes de que sea demasiado tarde, ya que el otro componente de la pareja no es adivino, así que debemos ayudarle a que nos entienda. Durante las vacaciones algunos hombres empiezan a sentirse aburridos y tienden a implicarse poco, otros empiezan a hacer planes aparte, hay hombres también que necesitan más actividad (excursiones diarias, deportes...). Por su parte, las mujeres empiezan a cansarse de llevar, de nuevo, todo el peso de la casa, de no sentarse a hablar despacio con la pareja de temas pendientes, de los problemas de los hijos. 

Las vacaciones también son la época en la que se constatan los defectos y carencias que existen en la relación, así como las conductas que pasan inadvertidas en la vorágine de la vida diaria. Por eso, un momento especialmente vulnerable donde aumenta significativamente el número de separaciones o divorcios es después de las vacaciones, ya que puede ser el momento perfecto para redescubrir a la pareja y reforzar la relación, o convertirse en el detonante para una ruptura. 
Esto es así porque a menudo lo que parecían discusiones fruto de la vida cotidiana como el estrés o la conciliación de la vida familiar y laboral, se revelan como dificultades más profundas que no sobreviven a la convivencia estival.
Parece que el hecho de tener más tiempo libre implica que también pensemos más en si nuestra relación va bien o mal, si existe comprensión, si tenemos la misma intimidad o incluso el mismo nivel de confianza que antes. Es entonces cuando nos planteamos la posibilidad de mejorar nuestra relación, luchando por ella, o darnos por vencido/as y decidirnos por una separación. 

CONSEJOS PARA SOBREVIVIR A LAS VACACIONES. 
Para prevenir una posible ruptura tras las vacaciones, hay que ajustar las expectativas a la realidad tratando de no idealizar el período vacacional. Para ello cada miembro de la pareja debe revisar sus creencias sobre unas vacaciones perfectas, y plantearse si son adecuadas. Cultivar un clima de tolerancia y comprensión. Es necesaria una dosis de flexibilidad, poniendo en práctica la empatía, es decir, intentar ponernos en el lugar del otro. Asímismo, es importante practicar la escucha activa, sorprender al otro con detalles, etc. Buscar momentos para realizar actividades en solitario. No es necesario hacerlo todo en pareja, lo importante es la calidad del tiempo compartido y no la cantidad. Aprovechar las vacaciones para mejorar la comunicación: aprender a expresar sentimientos positivos (“te quiero”, “soy feliz cuando tú…”) y sentimientos negativos (“has gritado al hablarme y eso me ha hecho sentir mal". Recuperar momentos de complicidad con la pareja, no discutir si uno de los dos está alterado y dejarlo para más tarde cuando los ánimos estén más calmados, negociar soluciones intermedias. Interpretar los conflictos vacacionales como una oportunidad para aprender. Recordar al final del periodo vacacional los momentos agradables, no sólo los problemáticos. 

A la vuelta de vacaciones es recomendable dejar transcurrir algún tiempo antes de tomar decisiones trascendentales como una ruptura, ya que con la vuelta a la rutina puede que la situación vuelva a normalizarse. Si no es así, el mejor tratamiento es una terapia de pareja llevada a cabo por profesionales, en la que se realice una evaluación y tratamiento de los aspectos que han conducido a la actual crisis de pareja, con el objetivo de encontrar la solución más adecuada para ambos miembros.





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