viernes, 16 de enero de 2015

Miedo a hacerse viejo

La fobia a la vejez es un miedo generalizado que afecta todos los
ámbitos de la vida del adulto, y puede provocar desde un estancamiento
personal hasta cuadros depresivos. No es fácil llegar a viejo, pero
hay que asumirlo y valorar la invaluable riqueza espiritual que tiene
esta avanzada etapa de la vida.

La vida es tan natural como la muerte, y la vejez es una etapa más,
pero insalvable del ciclo vital. Resistirse al paso de los años es
un empeño inútil, y también peligroso para nuestro bienestar si se
transforma en un miedo generalizado que hoy se conoce como Síndrome
de Gerontofobia, o temor a envejecer.

Evitar con afán todo signo del inexorable paso de los años podría ser
un rasgo de quienes padecen este síndrome.
Como todas las fobias, este miedo a la vejez se
generaliza a todos los ámbitos de la vida. Quien padece este síndrome
evita cualquier signo que delate la vejez; evita las canas y arrugas,
el deterioro y las limitaciones propias del envejecimiento, no tolera
perder el vigor físico o sexual.

Este síndrome tiene un alto impacto en la población adulta y afecta,
sobre todo, a hombres y mujeres sobre 45 años. 

La estrecha relación miedo-fobia-negación de la vejez es distintiva
de la Gerontofobia. Este síndrome puede provocar desde un
estancamiento personal hasta alteraciones psíquicas como ataques de
pánico, obsesiones, cuadros fóbicos y depresivos.

Presiones sociales e internas

Tres factores son los que influyen en este miedo generalizado a ser viejos:

*El culto social a la juventud,

*Nuestras presiones internas y

*El estrés mal conducido.

La sociedad exitista y negadora de la vejez influye con fuerza en las
personas adultas. Estamos inmersos en una sociedad aria, donde se
privilegia a la persona exitosa, bella, joven y productiva. En estos
cánones sociales no entran los viejos, que producen menos y no son tan
perfectos como la sociedad aria lo exige.

Entre las presiones internas que conducen a la Gerontofobia podemos
mencionar la ansiedad, la negación a los signos de vejez y el temor
a perder la autonomía.

Un proceso interno clave para enfrentar la vejez es haber vivido y
no saltado ninguna etapa previa, como la niñez o juventud. Si alguna
de ellas no se vivió de manera íntegra ya no se puede volver atrás.
Un retorno a etapas pasadas puede ser un riesgo.

La integración siempre va hacia delante, hacia la siguiente etapa que
es nuestro desafío. Si volvemos hacia atrás, como la mujer madura que
usa mini falda o que quiere vivir como lola, estamos alterando el
ciclo natural de la vida. No podemos buscar el sol en la noche, ni
paisajes de primavera en otoño.

Si una adulta se obsesiona con etapas pasadas, no podrá entrar a la
vejez de forma natural y se frustrará. Cuando nos empeñamos en torcer
nuestra naturaleza es mayor el deterioro, alterar el ciclo vital nos
puede llevar incluso a deterioros mayores como la demencia o el
alzheimer.

Por último, el estrés es un elemento inevitable ante todo cambio, en
este caso, el paso de la adultez a la vejez.

El estrés se debe tomar como un desafío
positivo ante el paso de los años y no como una amenaza negativa que
nos provoque temores e inseguridades.

Claves para envejecer bien.


-Aceptar las pérdidas de la etapa previa para dar paso a lo nuevo, el cambio.
-Adaptarse a las disminuciones físicas, saber compensar pérdidas con ganancias.
-Encontrar medios en el presente para recuperar y reorganizar la autoestima.
-No estancarse en el pasado con una visión nostálgica.
-Aprender a cambiar el ritmo, el de un adulto no es el mismo de un viejo.
-Dar más vida a los años y no más años a la vida.

Una actitud importante para enfrentar la vejez es aprender a perder,
para así también ganar otras cosas. Al pasar de una etapa a otra es
inevitable perder, como en este caso la potencia física o altos
niveles de productividad. En cambio la vejez otorga virtudes tan
preciadas como sabiduría, amplitud de mirada o templanza.

Es importante derribar ciertos mitos, como que con la vejez se pierde salud, autonomía y
alegría de vivir.

Un error habitual en las sociedades que niegan le vejez es tratar a
los adultos mayores como niños, quitándoles con ello su dignidad y
autoridad.

Aprender a pedir ayuda y no sentirse menoscabado por la dependencia
es vital para envejecer bien, también asumir las limitaciones propias
del paso de los años.

Son necesarias una actitud comprometida con la vida, procurar la
calidad de vida permaneciendo activos física y mentalmente. Quienes
vamos camino a la vejez debemos estar dispuestas y no cerrarnos a este
cambio de vida.

Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría del adulto y una
de las partes más difíciles del arte de vivir. La tarea es nuestra.

No olvides a la familia y los amigos

La vejez es el tiempo de cosecha, y eso incluye a las relaciones
familiares y sociales. El apoyo incondicional de la familia juega un
papel muy importante para evitar la depresión, a la cual se es más
vulnerable a esta edad.

En lugar de resignarse a una vida completamente pasiva en esta
etapa, se sugiere enseñar a los hijos y nietos actividades en las que
se tiene experiencia, por ejemplo tejer, hacer carpintería, poesía,
pintura, escultura o cocina.

Esto fomenta la paciencia, generosidad y solidaridad en las
generaciones nuevas, y permite que el adulto se sienta útil y
permanezca en comunicación con los demás.

Este aspecto es tan importante como los anteriores ya que: Así como
existe la vejez física, también la hay psicológica y espiritual.
Cuando se llega a los 60 años, nuestro cuerpo no está en
condiciones de hacer mayor actividad física, pero nuestra mente sí
puede dirigir. Incluso, hay personas que en su etapa de jubilación
se convierten en empresarias.

Si bien no todas las mujeres están en condiciones de empezar un
proyecto después de la menopausia, ahora sabemos que sí se
encuentran en condiciones para practicar gimnasia mental, aprender
otro idioma, ocupar su tiempo libre participando en obras sociales u
otras actividades que les permitan estar en comunicación con su
entorno.

No puedes evitar el paso del tiempo ni la piel que heredaste, pero
siguiendo todas las recomendaciones anteriores sí puedes tomar el
control de tu vida hasta en los días de otoño.

Camino a la vejez.

Cuida tu cuerpo llevando una alimentación sana y balanceada. Haz
ejercicio constante que requiera esfuerzo e implique resistencia, bajo
la supervisión de un médico.

Hazte miembro activo de algún grupo social, club ó fundación que
busque el servicio a los demas, o tenga fines trascendentes.

Cuida el área espiritual, aliméntala y busca el crecimiento.
Proponte a aprender algo nuevo cada día. Esto puede ser desde mejorar
tu carácter al interactuar con otros hasta inscribirte en un curso en
la universidad.

Haz un plan de ahorro, pensión o renta que te permita tener un ingreso
estable, lo cual contribuirá a tu bienestar.
Siempre ten presente que la piel se arruga, el pelo se vuelve
blanco, los días se convierten en años……… Pero lo importante no
cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad…… Tu espíritu es el
plumero de cualquier tela de araña……… Detrás de cada línea de
llegada, hay una de partida…… Mientras estés vivo, siéntete vivo…… Si
extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo…… No vivas de fotos
amarillas…… Sigue aun que todos esperen que abandones…… No dejes que
se oxide el hierro que hay en ti…… Haz que en vez de lastima, te
tengan respeto…… Cuando por los años no puedas correr, trota…… Cuando
no puedas trotar, camina…… Cuando no puedas caminar, usa el bastón……

¡¡¡Pero nunca te detengas!!!







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