viernes, 23 de enero de 2015

Tristeza o depresión

De todas las emociones básicas del ser humano, la tristeza junto con el miedo, la ira, etc. son las llamadas emociones negativas. A diferencia de la alegría o el amor, como emoción positiva. En parte, le hemos extirpado a la tristeza su potencial positivo. Si comprendemos que toda emoción tiene su razón de ser y su finalidad positiva, no nos daría tanto miedo sentirlas, explorarlas y darles el lugar que les corresponde en el momento adecuado y con la intensidad que requiera la circunstancia vivida.

A veces la tristeza es apropiada a las circunstancias, otras veces se alimenta de pensamientos negativos, que nos llevan a “aumentar” innecesariamente nuestro malestar; afectando paralelamente nuestra delicada autoestima.

Es necesario y humano, permitirnos sentir la tristeza. Siempre y cuando la vivamos como un estado transitorio y no permanente. Cuando nos sentimos tristes y atrapados en nuestra tristeza, lo más importante es poder “darnos cuenta” de cómo nos sentimos, sin que intentemos buscar explicaciones, razones o justificaciones. Es necesario darnos permiso y tiempo para recuperarnos de algún episodio doloroso que, a veces, pasamos por alto para no sentir el dolor natural por una pérdida, despedida, un cierre, un final. El caso es que, tarde o temprano, nos cobrará factura y tendremos que “parar” y mirar a la cara lo que en verdad hay.

Esta es la intención positiva de la tristeza. Viene para ayudarnos a sanar. Viene a regalarnos un tiempo útil para la introspección, para expresar el dolor afectivo de una manera adecuada, adaptativa y sana.

¿Cuándo se transforma en un problema?

Cuando la dejamos estar más del tiempo necesario. O por el contrario cuando nos esforzamos para expulsarla, no sentirla; disfrazándonos de “fuertes”, de “yo puedo con todo” “yo para adelante”.

En algunas personas lo que en principio fue una emoción de tristeza, ha llegado a transformarse en una actitud frente a la vida… y en este punto merecería la pena revisarlo.


Sentir tristeza es es una opción…

Imagínate dos maneras distintas de posicionarnos frente a una misma realidad: – “¿Cómo es posible estar triste, siendo tan hermoso todo lo que me rodea?” – “¿Cómo es posible ser feliz, estando rodeado de tantos problemas, desdichas y maldad?”.

La decisión de ser o no feliz, de estar o no feliz, o por el contrario, de estar o no triste, de sentir o no tristeza, depende de nosotros/as mismos/as. Por suerte tenemos a nuestro alcance la posibilidad de elegir y decidir cómo queremos sentirnos.

Elegir suele ser difícil para algunas personas, más aún decidir. No basta sólo con elegir. La elección implica una preferencia y un ¿para qué? ¿Qué estoy buscando con esta actitud? ¿Para qué lo hago? ¿Qué quiero conseguir? Por otra parte la decisión es la que nos permite aplicarlo, llevarlo a la acción, ejecutar lo que hemos elegido. A veces pasamos mucho tiempo antes de decidir el qué hacer. Una manera de aplazar, de dejarnos estar sin cambiar.

Decidir no nos resulta nada fácil. ¿Por qué? Porque nos obliga a asumir una responsabilidad sobre nuestros actos, a sabiendas de que si algo sale mal, no tendremos a quien echarle la culpa. Entonces, ¿para qué hacerlo?

Para obtener la recompensa que nos da la libertad. Libertad para sentir, pensar y hacer lo que realmente queremos. Aunque parece ser que asumir la responsabilidad de nuestras decisiones (acciones) nos cuesta y mucho. Por eso nos encontramos con personas infelices, haciendo lo que otros dicen. Eso sí, con la tranquilidad de poder reprochar, culpar y poner fuera todo lo que no soy capaz de asumir y cargar. Es el precio que pagamos.

¿Que precio pagas tú?

Por no saber cómo o no querer hacernos cargo de lo propio es que “la tristeza y la infelicidad” van cobrando cada vez más protagonismo en nuestra sociedad. Comprender la necesidad de un cambio de actitud nos permitirá dar ese paso hacia delante. Es un proceso que lleva tiempo, esfuerzo y, según como elijas vivirlo, puede ser con dolor o placer, con tristeza o alegría. En definitiva, el camino a seguir es uno sólo, aquel que elijas y por el que tu apuestes. Mirar hacia atrás sólo debe servirnos para recoger las enseñazas que nos ha dejado.

Estar triste vs estar deprimido

Tristeza

-    Si has suspendido un examen que habías preparado con ahínco, has roto con tu pareja, o se ha muerto alguien querido experimentas diversos grados de tristeza, son sucesos dolorosos a los que reaccionamos con pesar, a veces, frustración, incluso enfado.

-     Sentir tristeza en situaciones desfavorables es una reacción natural, no implica ninguna patología. La mayoría de nosotros nos sentiríamos tristes en estas situaciones descritas. Al igual que sentiríamos alegría si logramos aprobar un examen, nos reconciliamos con alguien a quien queremos o un ser querido logra sale bien de una operación quirúrgica.

-    La tristeza es un sentimiento pasajero podemos estar unas horas o días tristes y luego esto se pasa. La persona puede seguir sintiéndose triste pero puede hacer frente a su vida. Mientras que en la depresión la persona no se ve capaz de hacer frente a su vida, se siente abrumado y desesperado.

Depresión

-    Sin embargo una depresión es mucho más que la mera tristeza, engloba un conjunto de síntomas. La persona con depresión clínica no tienen siempre una razón lógica para sus pensamientos de dolor, por mucho que amigos y familiares le exhorten a salir de su estado esta persona no es capaz, tal como un diabético no puede decirle a su páncreas que produzca más insulina. Necesita ser tratado.

-    La depresión persiste en el tiempo partiendo de unos 15 días hasta meses o incluso años.

Para diferenciarlos:

Como un estado de ánimo de tristeza es uno de los síntomas de la depresión pero hay más, con la presencia de cinco o más sistemas unidos son reveladores para el médico de que la persona atraviesa un estado de depresión.

Según el DSM IV , es la presencia de cinco o más de estos síntomas lo que revelan un trastorno depresivo

- La persona sufre un estado de tristeza la mayor parte del día o casi todos los días durante al menos un período de dos semanas
- Anhedonia o disminución del interés o la capacidad de placer por todas o casi todas las actividades. Lo que ante le gustaba ahora ni le motiva casi cada día
- Pérdida de peso sin hacer régimen, perdida de apetito casi cada día. O todo lo contrario mayor ingesta calórica y aumento de peso casi cada día
- Insomnio, apenas dormir o todo lo contrario hipersomnia aumento de la horas de sueño o incluso no querer levantarse de la cama casi cada día
- Agitación o todo lo contrario enlentecimiento psicomotores casi cada día
- Sentimientos de culpa, desazón, ideas irracionales casi cada día
- Fatiga, cansancio pérdida de energía a diario
- Disminución de la capacidad de concentración de atención y de decisión a diario
- Pensamientos o ideas recurrentes sobre la muerte, ideas suicidas

Los síntomas no son debidos a los efectos de haber toma una sustancia como un medicamento o drogas o por otra enfermedad médica.

En caso de duelo o pérdida de un ser querido, el trastorno depresivo puede estar en juego si los síntomas duran más de dos meses o se da un notable deterioro funcional, ideas suicidas, enlentecimiento psicomotor síntomas psicóticos. Es aconsejable que en estos casos acudas a un experto.






No hay comentarios: